PRESENTACIÓN
Recorro el largo pasillo que me lleva hasta una puerta, con sumo cuidado, para no hacer ruido la abro y doy un paso más para alcanzar mi objetivo. Cierro la puerta con la misma delicadeza que la he abierto, me quedo quieta unos segundos, a pesar de que estoy inmersa en la oscuridad, cierro mis ojos para sentirme parte del espacio que estoy a punto de pisar con mis pies todavía vestidos. Avanzo lentamente y sujetándome en una de las enormes telas que cuelgan del techo, me quito los zapatos que dejaré a un lado. Doy otro paso, esta vez más enérgico, al principio noto el frío del suelo, pero mis pies desnudos poco a poco notan la calidez del mismo que invade todo mi cuerpo. Mis pasos son fuertes, decididos, seguros, saben lo que quieren, alcanzan su objetivo. Un enorme telón se abre ante mí, lo noto, puedo percibir la rapidez con que lo hace. Mi respiración se agita por momentos, un cosquilleo me recorre el cuerpo de arriba a abajo, respiro hondo, y suelto el aire poco a poco. Estoy centrada en mí, muchas imágenes, palabras, frases se aglomeran en mi mente: “vengo de hacer un largo viaje”, “vengo de hacer un largo viaje”… me repito una y otra vez, y me lo creo. Se enciende una luz sobre mí, dejo mi maleta en el suelo, ahora puedo ver cientos de bultos en las butacas que están frente a mí. La gente me mira, espera que diga algo, yo sé lo que tengo que decir: “vengo de un largo viaje en el que he recogido costumbres que me han enseñado, experiencias que he aprendido por ese largo camino, y que ahora los llevo en esta maleta, la maleta de los sueños inalcanzables que se alcanzan, y que yo estoy a punto de conseguir”.
Quiero seguir por ese camino de tablas, aunque me desvíe, aunque me caiga, aunque pierda el sentido de la orientación quiero seguir caminando sobre ellas, aunque a veces sean frías, e inseguras, aunque se hagan viejas, y quebradizas, aunque crujan y me hieran los pies, quiero seguir deslizando mis dedos sobre ellas hasta que estos se arruguen y se encojan.
Quiero seguir por ese camino de tablas, aunque me desvíe, aunque me caiga, aunque pierda el sentido de la orientación quiero seguir caminando sobre ellas, aunque a veces sean frías, e inseguras, aunque se hagan viejas, y quebradizas, aunque crujan y me hieran los pies, quiero seguir deslizando mis dedos sobre ellas hasta que estos se arruguen y se encojan.
Es el momento de la despedida, el público aplaude, saludo, me emociono, la luz baña mi cabeza, y la salpica por todo mi cuerpo, dejo que moje mi cara, deseando que no concluya ese torbellino de emociones, y que no sea la última vez que me suba a un escenario.
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